La Educación es cosa de dos: La escuela y la familia

octubre 22, 2016 | Publicado por: Nerea Marín



Escuela y familia, algo más que tutorías, entrega de calificaciones e informes de conducta. La complejidad, cada vez mayor, de la sociedad demanda una nueva visión del aprendizaje que exige el compromiso de ambos para trabajar por una misma meta: la educación

A pesar de los avances logrados, las relaciones entre familia y escuela continúan siendo asimétricas. Un informe realizado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, revela que la cooperación es fundamental para que el desarrollo académico del estudiante sea coherente. Las expectativas académicas, la supervisión de las tareas y los hábitos de lectura dentro de la familia son factores que influyen muy positivamente sobre el rendimiento escolar de los alumnos, independientemente de la etapa educativa. Igualmente, el docente debe llevar el hogar a las aulas. Contar con la colaboración de las familias en actividades y facilitar los recursos útiles para el aprendizaje son variables que propinan notables resultados académicos.
Vida y afecto. Desde el momento del nacimiento, la familia ocupa un papel esencial. Es la que garantiza, no solo aprendizaje afectivo− indispensable para el desarrollo y la maduración−, sino también la asimilación de construcciones sociales que influyen en el ámbito pedagógico. Pero, la educación no se genera en partes. Se necesitan canales de comunicación y una acción coordinada para que los niños se desarrollen en las mejores condiciones y en todas sus dimensiones. Por ello, la interacción parental y educativa, es el camino más adecuado para conseguir con éxito la formación integral del alumno, signo de calidad y garantía de eficiencia educativa.
Una mirada retrospectiva refleja que a lo largo de la historia se han sucedido importantes transformaciones en nuestra sociedad. Valores, tradiciones, jerarquía, sobreprotección, unidad; han quedado atrás. La familia era la primera y única. El hogar, además de cubrir las necesidades  básicas materiales, también asumía una función formativa exclusiva. En cambio, hoy es un simple recuerdo arcaico. En la actualidad, la familia deposita mayor responsabilidad a los jóvenes de su formación, confiándoles una mayor autonomía, y los docentes reclaman una mayor participación parental en la preparación educativa. 
En  casa se aprenden aptitudes tan fundamentales como hablar. Desde el punto de vista sociológico, Sonsoles San Román Gago, Carlos Vecina Merchante y David Doncel Abad hacen una aproximación sobre la transformación social y su incidencia en la educación. Según este estudio, la familia inculca enseñanzas básicas, que suponen la asimilación de influencias personales, culturales y sociales. Como dijo Ríos González, “la familia es un grupo humano primario en el que los individuos nacen, establecen unos contactos, realizan un tipo de encuentro y en el que encuentran el ambiente propicio para establecer un tipo humano de comunicación enriquecedora y perfectiva”.
Familia y escuela tienen funciones sociales diferentes, pero complementarias. Las dos partes deben aliarse para que la trayectoria académica del alumno dé buenos frutos. Pero,  ¿pone el centro los medios necesarios para esta cooperación?

Talleres, jornadas, conferencias, convivencias o fiestas escolares. La cooperación implica un contacto directo del centro de estudio del alumno con su entorno familiar, más allá de las tutorías u otros encuentros habituales. Es necesario, abrir las ventanas a la historia de una nueva concepción de la familia y la escuela en la tarea educativa.

Aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a vivir. Se presenta un nivel de exigencias educativas, familiar y escolar, que reclaman la preparación y formación de un nuevo estilo de enseñanza para atender a las necesidades afectivas, cognitivas y sociales de los alumnos; porque la educación es cosa de dos.

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