Fotogramas cargados de valores y conocimientos conforman el cine infantil
febrero 20, 2018 | Publicado por: Patricia Merello Guzmán
Normas,
actitudes, pensamientos, valores, culturas diferentes o hechos de la historia
se plasman en los múltiples planos que componen una película. El séptimo arte entretiene,
divierte y evade, pero, al mismo tiempo, fomenta visiones y valores a grandes y
pequeños.
De dibujos
animados, familiares, blockbusters, adaptaciones de los clásicos, de
aventuras. Los infantes se topan con diversas producciones a lo largo de su etapa
de crecimiento. Promover la igualdad o aceptar las diferencias de sexo son algunos
de los objetivos que los creadores de cine infantil se marcan a la hora de configurar
sus historias. Estas obras tienen la capacidad de captar la atención de los
pequeños y abrirles su horizonte, los fotogramas desprenden mundos singulares a
la par que mensajes solidarios y asociados a la familia, el respeto, la
amistad, el cuidado del medio ambiente o el trabajo en equipo. En ocasiones, los
niños y niñas pueden identificarse con los personajes y adoptar actitudes.
Por ello, es
tarea de los padres decidir el consumo audiovisual de sus hijos con el fin de
que estos desarrollen su espíritu crítico. Por ejemplo, Del Revés (2015),
dirigida por Pete Docter y Ronnie Del Carmen, muestra la importancia de las
emociones sean positivas o negativas. Además, refleja la empatía o la cooperación
de Alegría, Miedo, Ira, Asco y Tristeza. Otro audiovisual del mundo Disney es
Buscando a Nemo (2003) que, a través de Dory representa el positivismo ante los
problemas, y Wall-E (2008), que reflexiona sobre el reciclaje y los malos
hábitos alimenticios.
La animación japonesa también tiene cabida y es que, su visionado,
además de introducir a los infantes en otra cultura, transmite valores. Mi vecino Totoro (1988) habla del espíritu colectivo y la diversidad mientras que Elviaje de Chihiro (2001) resalta el valor del esfuerzo o la integración
social. A las obras de Hayao Miyazaki y el Studio Ghibli se une un sinfín de
creaciones que pretenden contribuir al desarrollo infantil.
Adentrarse en
una sala para visualizar una película en la pantalla grande es toda una
aventura para los más pequeños. Parece que la edad media para realizar la
primera visita al cine corresponde a los tres años, pero ello depende del joven.
El ministerio establece una calificación por edades para orientar a los
progenitores que deseen llevar a sus pequeños a las salas, aunque puede que esta
no coincida con sus criterios. Informarse de la calidad y los contenidos de la
oferta audiovisual antes de ir al cine ayudará a que los jóvenes no acaben viendo
creaciones que no son adecuadas para ellos. A su vez, es recomendable
reflexionar con ellos sobre la obra al salir de la proyección.
Especialmente recomendada
para la infancia es la indicación que acompaña actualmente a películas en
cartelera como Coco de Lee Unkrich, que ayuda a asimilar el tema de la muerte, Ferdinand
de Carlos Saldanha, que revela cómo se siente un toro que lucha por sobrevivir,
o Cavernícola de Nick Park. Asimismo, el 2018 viene cargado de nuevas obras de animación
y ficción, entre ellas El hijo de Bigfoot, que se estrena el 9 de febrero, SherlockGnomes, el 23 de marzo o la esperada Los increíbles 2, el 27 de junio.
En los últimos
años se han organizado otras alternativas que fusionan el cine y la niñez como
Mi primer festival de cine, un certamen internacional dirigido a menores de
entre 2 y 12 años que ofrece películas de cualquier época procedentes de todo
el mundo. Se trata de un espacio de diálogo y participación donde los infantes
preguntan, piensan y se relacionan. En esta línea destaca Aguacate FilmFestival, un concurso de cortometrajes destinado a escolares entre 6 y 18 años
que se celebrará en el municipio granadino de Motril del 12 al 24 de febrero. Los
niños y niñas se meterán en la piel de jurado y seleccionarán el corto ganador.
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